¿Sabías que… la mayor parte del planeta Tierra se encuentra ocupada por agua? Si agrupáramos en un solo punto toda la parte seca de la Tierra, sólo una porción de tamaño semejante al océano Pacífico quedaría en terreno firme, todo lo demás sería agua.
Que la mayor parte de la Tierra sea líquida no se debe a un hecho fortuito. Las algas oceánicas generan alrededor del 90% del oxígeno que respiramos. El pulmón de la tierra son los océanos, y no las selvas, como comúnmente se piensa. Tampoco puede decirse que la mayor parte del oxígeno provenga del agua en general, ya que sólo un 3% del total de agua en la Tierra es agua dulce. Pero como la mayor cantidad de este pequeño porcentaje se encuentra en los casquetes polares y en las capas subterráneas de la Tierra, la humanidad tiene acceso directo a tan sólo un 1% de ese total. Además, no olvidemos que el reino animal y vegetal también respira oxígeno.
También encontramos agua dulce en los glaciares. La Antártida, por ejemplo, es una enorme fuente de agua dulce y, aunque no podemos aprovecharla directamente, lo cierto es que toda esa inmensa cantidad de agua congelada resulta vital para la regulación del clima. Aunque, paradójicamente, también se convierte en la principal amenaza: inundaciones por deshielo. Sin esas áreas frías, el calentamiento global convertiría a la Tierra en un lugar inhabitable.
¿El agua es un recurso inagotable?
Ahora bien, contamos con un 1% de agua dulce accesible para todos los seres vivos. ¿Alcanza? La respuesta es sí: ese 1% alcanza porque el agua es un recurso inagotable, es decir que nunca se terminará. De hecho, podríamos pensar que los dinosaurios y toda la historia viva ha podido vivir gracias a ese 1% de agua dulce.
¿Por qué el agua nunca se acaba?
El agua es un recurso ilimitado porque obedece a un increíble proceso de limpieza natural: el agua contaminada se purifica al combinarse con la tierra y con el aire.
El agua comienza a purificarse cuando atraviesa el suelo, que sirve de filtro al separar las partículas sólidas del líquido. A la vez, las impurezas orgánicas desaparecen a medida que los microorganismos contenidos en el suelo, como las bacterias, utilizan esas mismas impurezas para alimentarse. Luego, el sistema digestivo de estos microorganismos convierte esas impurezas en nutrientes para la vegetación. Con el transcurso del tiempo, el agua depurada llega a los canales subterráneos que comunican los ríos con los mares.
Además del proceso de limpieza, el agua dulce de la Tierra termina de purificarse con la lluvia. El agua evaporada se une a las partículas de polvo que la atmósfera mantiene en suspensión. Esto permite la regulación de la caída de la lluvia: si la lluvia que cae durante un año cayera de una sola vez, entonces, todo el planeta se encontraría cubierto por al menos un metro de agua. La atmósfera impide esta caída abrupta, abriéndole paso al agua de lluvia en dosis diferentes. El proceso completo de purificación se cierra con las corrientes de aire, que transportan el agua evaporada hacia zonas diversas y alejadas entre sí, de manera que la lluvia caiga sobre toda la Tierra.
Sólo disponemos de un 1% de agua dulce, pero el agua de lluvia que cae en un año equivale a
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