El precio del vino no es un indicador de su calidad. Hay vinos caros que son malos y vinos más baratos que pueden resultar un verdadero descubrimiento. Así que mejor no guiarnos únicamente por el valor de la botella. En todo caso, el precio del vino de algún modo refleja el costo invertido en su proceso de elaboración, pero no expresa su calidad.
Podemos tener en cuenta varios factores al momento de conocer la calidad de un vino. Uno de ellos es el cuidado que recibieron las uvas en el viñedo o si fue criado o no dentro de la misma botella. El precio, en tanto indicador del costo de los materiales (etiquetas, corchos, botella, tecnología aplicada y más), es otro de los factores que debemos tener en cuenta, pero no es el único ni tampoco el más relevante. Se trata de dar con una mirada que integre todos los aspectos que determinan la calidad de un vino.
Pero hay más. Cuando busquemos en la góndola de vinos, veremos que algunos ejemplares son jóvenes y otros son de reserva, algo que sin dudas los diferencia entre sí, aunque esto no significa que uno sea peor o mejor que el otro.
Podríamos pensar que la mejor forma de detectar la calidad de un vino es por medio de la cata. Salvo que seamos catadores profesionales, lo cierto es que lo que podamos concluir luego de la cata será una opinión más que una dato objetivo. Quizás a nosotros nos parezca un vino riquísimo y a otras personas les resulte menos agradable.
De todas formas, existen algunas reglas generales que podemos implementar cuando queremos elegir un buen vino. Si pensamos en un vino blanco, lo primero que tenemos que constatar es el grado de acidez y su componente frutal. Por lo general, un buen blanco presenta una fuerte acidez y además, por su carácter frutal, deja en el paladar una sensación prolongada de frescura. En el caso de los tintos, la acidez no aporta demasiado; por el contrario, resta. En los tintos no debemos encontrar aromas y sabores rancios.
Claro que siempre es mejor presentarnos a nuestra cena con un vino que ya hayamos probado, así que puedes practicar antes de que llegue ese momento y así eliminar todo margen de imprevisibilidad. Cuando cates un vino y quieras saber si es de buena o mala calidad, puedes tener en mente tres claves principales.
La Asociación Argentina de Sommeliers (AAS) señaló los pasos necesarios que deben seguir todos los catadores para realizar una "evaluación profesional". La idea consiste en despejar los elementos subjetivos del análisis para constatar la calidad del vino más allá de nuestro gusto personal.
Antes de adentrarnos en esas claves para una cata profesional, conviene que fijemos el siguiente dato: un buen vino no tiene defectos, es decir que no se encuentra picado ni avinagrado, pero además presenta un equilibrio exacto entre el alcohol, la acidez y las astringencia.
Claves para diferenciar un buen vino de uno malo
1. Lo visual
El aspecto de un vino puede decirnos unas cuantas cosas acerca de su calidad. Pero, para ello, debemos saber cómo mirarlo:
- No debemos mirarlo a trasluz sino inclinado unos 45º sobre un papel o mantel blancos y con buena luz natural. Así comprobaremos si contiene o no defectos como la turbidez.
- Para observar su coloración, en el caso de los blancos el color puede variar del amarillo verdoso al marrón o casi transparente. En cambio los tintos tienden a aclararse con el transcurso de los años: cuando son jóvenes presentan colores azules o violáceos y a medida que pasa el tiempo se transforman en rojo rubí y luego en marrón.
- La profundidad del vino no sólo se vislumbra por medio de coloración sino que también puede detectarse a través de su intensidad. Un tino puede tender al violáceo pero a la vez parecer casi transparente o, por el contrario, tan oscuro como la tinta china. Así podemos determinar la estructura o el cuerpo del vino, que coincidirá con su grado de intensidad. La profundidad se encuentra en relación con la cantidad de extracto seco del vino, que es lo que le queda al vino si se lo reduce y se evaporan el alcohol y el agua.
- También tenemos que considerar la variedad de la uva, ya que algunos cepajes tienen pieles más gruesas o más finas que otras, debido a las condiciones climáticas y de altura. Un Malbec, por ejemplo, presentará tonos más violáceos que un Cabernet, que a su vez presentará más profundidad y color que un Pinot Noir.
2. El aroma
Podemos diferentes el aroma en tres vías diferentes:
- Primaria: los aromas se conectan rápidamente con el aroma de la uva.
- Secundaria: los aromas provienen de la elaboración del vino y también de los derivados de la madera. Principalmente, podemos detectar olores a vainilla, roble y café.
- Terciarias: estos aromas se obtienen por la maduración del vino dentro de la botella. Recuerdan a los hongos y a la tierra. Deben tener un tiempo mínimo de maduración en botella de tres o cuatro años.
3 El gusto
Este aspecto se refiere básicamente al alcohol, aunque también podamos percibirlo por medio del olfato. Con una evaluación cuidada, podemos detectar los grados de acidez que son expresión de buena o mala calidad de un vino, de acuerdo al tipo de vino que estemos degustando.
Si te ajustas a las claves que acabamos de darte podrás detectar la buena o mala calidad de un vino sin mayores problemas. Tu subjetividad también es indispensable, por supuesto que no vas a beber un vino que no te gusta por más bueno que sea. Pero quizás, con la práctica, puedas entrenar tu paladar para entender por qué te gusta cierto vino, aunque no sea tan bueno, o por qué rechazas el vino de mejor calidad; incluso tal vez descubras que te encuentras en sintonía con los parámetros más objetivos que distinguen los buenos de los malos vinos.
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