Orígenes asiáticos del té
En casi todos los países asiáticos existe alguna leyenda que explica cómo se descubrió el té. Como cualquier leyenda, más allá de si contiene elementos históricos o narrativos, el ingrediente de la tradición se encuentra muy fuertemente anclado. A través de las leyendas del té, podemos rastrear su nacimiento.
Una de las leyendas más extendidas es la del budismo, que cuenta que durante la meditación debajo del árbol Bodhi, Buda pudo contemplar los sufrimientos y los problemas del hombre: la tristeza, la soledad, la enfermedad, la vejez y la muerte. El sabio Siddharta, ante esta especie de revelación, lloró y una lágrima cayó en la tierra del arbusto del té, que enseguida comenzó a florecer. Esta leyenda cuenta que, por esta razón, el té tiene el poder de brindar consuelo espiritual.
Pero lo cierto es que los orígenes del té son diversos. Por ejemplo, la historia china cuenta que el emperador Sheng Nung descubrió el té en el año
Sin embargo, la difusión del té se produjo en la dinastía T'ang (618-907), cuando el monje budista Lu Yu recopiló experiencias y conocimientos de sus antepasados en el primer compendio sobre esta infusión: “Clásico del té”. Más tarde, el monje budista Yeisei llevó el té hasta Japón, donde se convirtió en un brebaje unido al arte, la perfección y la pureza.
Estas son algunas de las leyendas asiáticas del té. No podemos saber con exactitud cuál es más verdadera. Quizás esta no sea la pregunta; tal vez, sólo debamos quedarnos con el modo en que el té se incorpora en cada cultura y, a lo sumo, establecer los parámetros comunes: el té como infusión deliciosa, vigorizante, anímica. Sí es cierto que el té es una bebida ancestral, utilizada durante muchos siglos por algunas culturas asiáticas, ya que todas ellas ven el té una bebida que revitaliza la energía física y espiritual.
Los principales difusores asiáticos del té fueron los monjes budistas, que expandieron la bebida por toda Asia. En el siglo XVII, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales importó el té a Europa juntamente con la nobleza británica.
Ya desde hace siglos que se consume té en occidente, a partir de la importación desde Asia de Holanda e Inglaterra. Aún hoy se desconocen las propiedades de esta infusión. Si bien, hay algunos trabajos que describen algunas de sus propiedades y beneficios, el té sigue conteniendo una propiedad fundamental, más ligada a lo mágico o espiritual que a lo científico. Quizás este sea uno de sus mayores poderes. Pero no se conoce al té solo por sus propiedades curativas o ligadas a la meditación y el equilibrio mental y físico, ya que el té también es un gran armonizador social, en el sentido de que en muchas ocasiones es la bebida que nos une y atraviesa nuestros encuentros humanos. El té se encuentra ligado, entonces, a la armonía espiritual, al bienestar físico, a las relaciones sociales, a la cultura, el arte y el intercambio social. El té posibilita un intercambio comunicacional básico. Incluso, para muchas personas, el té permite un mayor entendimiento de la propia consciencia y mejora la relación con el entorno y con nosotros mismos.
El teísmo
Aún hoy persiste una tradición milenaria que convierte al acto de beber el té en un verdadero ritual, que se concibe como una creencia acerca del té y, en una última instancia, se liga a una forma de vivir. Algunos autores hablan de “teísmo”: un culto basado en la adoración de la belleza entre la vulgaridad de la vida cotidiana. Es una forma de inspirar pureza y armonía.
En su escrito “El libro del Té”, Kakuzo Okakura comenta que esta infusión "no es una simple estética en la acepción corriente de la palabra, puesto que nos ayuda a expresar junto con la ética y la religión, nuestra concepción integral del hombre y de la naturaleza: es una higiene, porque impone la pulcritud; es una economía, porque enseña que el bienestar consiste más en la sencillez que en la complicación de los dispendios; es una geometría moral, porque define los límites de nuestra capacidad en relación con el universo. Representa, en fin, el verdadero espíritu democrático del extremo oriente, en cuanto hace de todos sus adeptos unos aristócratas del gusto".
Visto así, el té es algo más que la infusión de las hojas, tratadas o no, de una planta llamada Camellia Sinensis en un vaso de agua hirviendo. El té es una ceremonia de preparación para alcanzar la tranquilidad de un momento de descanso tras un día agotador, es el momento en el que se comparten confidencias con los amigos, es el que inspira armonía social, es la unión de sensaciones olfativas y gustativas en equilibrio.
Para la cultura japonesa, la ceremonia del té es la mezcla de dos principios: sabi y wabi. "Wabi" representa lo espiritual de la vida humana y "Sabi" representa las imperfecciones externas o materiales de la vida, así como la naturaleza original de las cosas. Los elementos de la ceremonia japonesa del té son la armonía de la naturaleza y el cultivo personal, se trata de disfrutar el té de un modo formal e informal a la vez. El consumo del té sirve como ayuda a la meditación, como asistencia en la adivinación, para propósitos ceremoniales y en la expresión de los artes.
¿Le gusta el té artesano natural? Un sabor inigualable, nada similar al té común.
Ya conoces la historia del té, sus orígenes asiáticos y ceremoniales, su poder espiritual y material, su razón de ser. Pero ¿qué significa el té para ti? ¿Piensas en lo espiritual de la vida, en su capacidad de generar armonía social, o sólo lo bebes como una bebida más? ¿Te sientes ligado o ligada a su concepción asiática o lo bebes a “lo occidental”? ¡Cuéntanos!
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